En esta ocasión, quiero compartir una experiencia más personal que típica de la desrealización: el miedo al cielo.

La despersonalización y desrealización (DPDR) también anestesia nuestros sentidos, distorsionando la percepción visual. Esto puede incluir visión borrosa, desenfocada o nublada. Como resultado, algunas personas desarrollan miedos a espacios abiertos e inmensos, como el mar o el cielo, que escapan a nuestro control.

En mi caso, interpreto este miedo al cielo como una reacción al sentimiento de falta de control. Estímulos tan vastos y caóticos pueden volverse perturbadores, ya que el cerebro disociado busca constante seguridad en lo predecible y lo limitado.

Actualmente, este síntoma me sigue aconteciendo algunos días a la semana. Aunque continúa siendo incómodo, ya no me afecta con la misma intensidad. Mi cuerpo y mente, poco a poco, se están adaptando. Lo experimento especialmente durante el día, cuando hay mucha luz natural.