Esquizofrenia – DSM-V-TR: 295.90 (F20.9)
A. Dos (o más) de los síntomas siguientes, cada uno de ellos presente durante una parte significativa de tiempo durante un período de un mes (o menos si se trató con éxito). Al menos uno de ellos ha de ser (1), (2) o (3):
1. Delirios.
2. Alucinaciones.
3. Discurso desorganizado (p. ej., disgregación o incoherencia frecuente).
4. Comportamiento muy desorganizado o catatónico.
5. Síntomas negativos (es decir, expresión emotiva disminuida o abulia).
B. Durante una parte significativa del tiempo desde el inicio del trastorno, el nivel de funcionamiento en uno o más ámbitos principales, como el trabajo, las relaciones interpersonales o el cuidado personal, está muy por debajo del nivel alcanzado antes del inicio (o cuando comienza en la infancia o la adolescencia, fracasa la consecución del nivel esperado de funcionamiento interpersonal, académico o laboral).
C. Los signos continuos del trastorno persisten durante un mínimo de seis meses. Este período de seis meses ha de incluir al menos un mes de síntomas (o menos si se trató con éxito) que cumplan el Criterio A (es decir, síntomas de fase activa) y puede incluir períodos de síntomas prodrómicos o residuales. Durante estos períodos prodrómicos o residuales, los signos del trastorno se pueden manifestar únicamente por síntomas negativos o por dos o más síntomas enumerados en el Criterio A presentes de forma atenuada (p. ej., creencias extrañas, experiencias perceptivas inhabituales).
D. Se han descartado el trastorno esquizoafectivo y el trastorno depresivo o bipolar con características psicóticas porque 1) no se han producido episodios maníacos o depresivos mayores de forma concurrente con los síntomas de fase activa, o 2) si se han producido episodios del estado de ánimo durante los síntomas de fase activa, han estado presentes sólo durante una mínima parte de la duración total de los períodos activo y residual de la enfermedad.
E. El trastorno no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga o medicamento) o a otra afección médica.
F. Si existen antecedentes de un trastorno del espectro autista o de un trastorno de la comunicación de inicio en la infancia, el diagnóstico adicional de esquizofrenia sólo se hace si los delirios o alucinaciones notables, además de los otros síntomas requeridos para la esquizofrenia, también están presentes durante un mínimo de un mes (o menos si se trató con éxito).
Especificar si:
Los siguientes especificadores del curso de la enfermedad sólo se utilizarán después de un año de duración del trastorno y si no están en contradicción con los criterios de evolución diagnósticos. Primer episodio, actualmente en episodio agudo: La primera manifestación del trastorno cumple los criterios definidos de síntoma diagnóstico y tiempo. Un episodio agudo es el período en que se cumplen los criterios sintomáticos.
Primer episodio, actualmente en remisión parcial: Remisión parcial es el período durante el cual se mantiene una mejoría después de un episodio anterior y en el que los criterios que definen el trastorno sólo se cumplen parcialmente.
Primer episodio, actualmente en remisión total: Remisión total es el período después de un episodio anterior durante el cual los síntomas específicos del trastorno no están presentes.
Episodios múltiples, actualmente en episodio agudo: Los episodios múltiples se pueden determinar después de un mínimo de dos episodios (es decir, después de un primer episodio, una remisión y un mínimo de una recidiva).
Episodios múltiples, actualmente en remisión parcial
Episodios múltiples, actualmente en remisión total
Continuo: Los síntomas que cumplen los criterios de diagnóstico del trastorno están presentes durante la mayor parte del curso de la enfermedad, y los períodos sintomáticos por debajo del umbral son muy breves en comparación con el curso global.
No especificado
Especificar si:
Con catatonía (para la definición véanse los criterios de catatonía asociada a otro trastorno mental, págs. 119-120).
Nota de codificación: Utilizar el código adicional 293.89 [F06.1] catatonía asociada a esquizofrenia para indicar la presencia de catatonía concurrente.
Especificar la gravedad actual:
La gravedad se clasifica mediante evaluación cuantitativa de los síntomas primarios de psicosis: ideas delirantes, alucinaciones, habla desorganizada, comportamiento psicomotor anormal y síntomas negativos. Cada uno de estos síntomas se puede clasificar por su gravedad actual (máxima gravedad en los últimos siete días) sobre una escala de 5 puntos de O (ausente) a 4 (presente y grave). (Véase la escala clínica Gravedad de los síntomas de las dimensiones de psicosis, en el capítulo «Medidas de evaluación» en la Sección III del DSM-5.)
Nota: El diagnóstico de esquizofrenia se puede hacer sin utilizar este especificador de gravedad.
Características diagnósticas
Los síntomas característicos de la esquizofrenia comprenden todo un abanico de disfunciones cognitivas, conductuales y emocionales, aunque ningún síntoma concreto es patognomónico del trastorno. El diagnóstico conlleva la identificación de una constelación de signos y síntomas asociados con un deterioro del funcionamiento laboral o social. Los sujetos con este trastorno variarán de manera sustancial en la mayoría de las características, ya que la esquizofrenia es un síndrome clínico heterogéneo. Al menos dos de los síntomas del Criterio A deben estar presentes durante una proporción de tiempo significativa, durante un período de 1 mes o más. Al menos uno de esos síntomas debe ser la presencia clara de delirios (Criterio Al), alucinaciones (Criterio A2) o discurso desorganizado (Criterio A3). También se pueden presentar comportamientos muy desorganizados o catatónicos (Criterio A4) y síntomas negativos (Criterio A5). En las situaciones en las que los síntomas de la fase activa remiten antes de 1 mes en respuesta al tratamiento, el Criterio A se sigue cumpliendo si el clínico estima que habrían persistido en ausencia de tratamiento. La esquizofrenia implica un déficit en una o más áreas principales del funcionamiento (Criterio B). Si el trastorno se inicia en la infancia o en la adolescencia, no se alcanza el nivel de funcionamiento esperado. Puede resultar útil comparar al individuo con los hermanos no afectos. La disfunción persiste durante un período sustancial a lo largo del curso del trastorno y no parece ser el resultado directo de ningún síntoma concreto. La abulia (es decir, la disminución de la motivación para realizar actividades dirigidas a lograr una meta, Criterio A5) está relacionada con la disfunción social descrita en el Criterio B. También hay muchos datos que relacionan la disfunción cognitiva (véase más adelante la sección «Características asociadas que apoyan el diagnóstico» de este trastorno) y los déficits en el funcionamiento de los individuos con esquizofrenia.
Algunos signos del trastorno deben persistir durante un período de tiempo continuo de al menos 6 meses (Criterio C). Los síntomas prodrómicos a menudo preceden a la fase activa y puede haber síntomas residuales posteriores, que consisten en formas leves o por debajo del umbral de alucinaciones o delirios. Los sujetos pueden expresar una variedad de creencias poco habituales o extrañas que no son de proporciones delirantes (p. ej., ideas referenciales o pensamiento mágico); pueden tener experiencias perceptivas poco habituales (p. ej., sentir la presencia de una persona que no está a la vista); su discurso puede ser comprensible en general, pero difuso; su comportamiento puede ser poco habitual, pero no muy desorganizado (p. ej., murmurar en público). Los síntomas negativos son comunes en las fases prodrómica y residual y pueden ser graves. Los individuos que habían sido socialmente activos pueden retraerse de sus hábitos previos. Estos comportamientos a menudo son el primer signo del trastorno.
Los síntomas del estado de ánimo y los episodios del estado de ánimo completos son comunes en la esquizofrenia y pueden ser concurrentes con la sintomatología de la fase activa. Sin embargo, a diferencia de un trastorno del estado de ánimo con características psicóticas, el diagnóstico de esquizofrenia requiere la presencia de delirios o alucinaciones en ausencia de episodios del estado de ánimo. Además, los episodios del estado de ánimo, en total, deben estar presentes sólo durante una parte minoritaria de la duración total de los períodos activo y residual de la enfermedad.
Además de los cinco dominios sintomáticos identificados en los criterios diagnósticos, la evaluación de los dominios de síntomas cognitivos, depresivos y maníacos es fundamental para realizar distinciones de importancia crítica entre los diferentes trastornos del espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.
Características asociadas que apoyan el diagnóstico
Los individuos con esquizofrenia pueden mostrar un afecto inapropiado (p. ej., reírse en ausencia de un estímulo apropiado); un ánimo disfórico que puede tomar la forma de depresión, ansiedad o enfado; una alteración del patrón del sueño (p. ej., sueño diurno y actividad nocturna); falta de interés por comer o rechazo de la comida. La despersonalización, la desrealización y las preocupaciones somáticas pueden aparecer y, en ocasiones, alcanzar proporciones delirantes. La ansiedad y las fobias son comunes. Los déficits cognitivos son comunes en la esquizofrenia y están muy relacionados con los déficits laborales y vocacionales. Estos déficits pueden consistir en un deterioro de la memoria declarativa, de la memoria de trabajo, del lenguaje y de otras funciones ejecutivas, además de una velocidad de procesamiento más lenta. También aparecen anomalías en el procesamiento sensorial y en la capacidad inhibitoria, además de reducciones de la atención. Algunos individuos con esquizofrenia presentan déficits de la cognición social, incluidos déficits de la capacidad para inferir las intenciones de otras personas (teoría de la mente), y pueden prestar atención a sucesos o estímulos irrelevantes y posteriormente interpretarlos como significativos, lo que puede conducir a la generación de delirios explicativos. Estos déficits a menudo persisten durante la remisión sintomática.
Algunos individuos con psicosis pueden carecer de introspección o de conciencia de su trastorno (es decir, pueden tener anosognosia). Esta ausencia de «introspección» incluye la falta de conciencia de los síntomas de la esquizofrenia y puede estar presente a lo largo de todo el curso de la enfermedad. La falta de conciencia de la enfermedad es un síntoma típico de la esquizofrenia en sí y no una estrategia de afrontamiento. Es comparable a la falta de conciencia de los déficits neurológicos posteriores al daño cerebral, denominada anosognosia. Este síntoma es el factor que predice con mayor frecuencia la inobservancia del tratamiento, así como mayores tasas de recaída, un mayor número de tratamientos involuntarios, un peor funcionamiento psicosocial, las agresiones y un peor curso de la enfermedad.
La hostilidad y la agresión pueden asociarse a la esquizofrenia, aunque las agresiones espontáneas o inesperadas son poco comunes. La agresión es más frecuente en los varones jóvenes y en los individuos con antecedentes de violencia, falta de cumplimiento terapéutico, abuso de sustancias e impulsividad. Debe señalarse que la gran mayoría de las personas con esquizofrenia no son agresivas y son víctimas con más frecuencia que los individuos de la población general.
A día de hoy no hay pruebas radiológicas, de laboratorio, ni psicométricas para el trastorno. Se han encontrado diferencias entre grupos de individuos sanos y personas con esquizofrenia en múltiples regiones cerebrales, procediendo los datos de estudios de neuroimagen, de neuropatología y de neurofisiología. También hay diferencias en la arquitectura celular, en la conectividad de la sustancia blanca y en el volumen de sustancia gris de varias regiones, como las cortezas prefrontal y temporal. Se ha observado una reducción del volumen cerebral total, así como una mayor reducción del volumen con la edad. Las reducciones del volumen cerebral con la edad son más pronunciadas en los individuos con esquizofrenia que en los sujetos sanos. Por último, los sujetos con esquizofrenia parecen diferir de los individuos sin dicho trastorno en los índices de seguimiento ocular y electrofisiológicos.
Los signos neurológicos menores son comunes en los individuos con esquizofrenia e incluyen déficits en la coordinación motora, la integración sensorial y la secuenciación motora de los movimientos complejos, así como confusión izquierda-derecha y desinhibición de los movimientos asociados. Además puede haber anomalías físicas menores en la cara y los miembros.
Prevalencia
La prevalencia de la esquizofrenia a lo largo de la vida parece ser aproximadamente del 0,3 al 0,7 %, aunque se han comunicado variaciones según la raza/el grupo étnico, según el país y según el origen geográfico en los inmigrantes e hijos de inmigrantes. La proporción de sexos difiere según la muestra y la población: por ejemplo, si se hace hincapié en los síntomas negativos y en una mayor duración de la enfermedad (que se asocian a un peor pronóstico), la incidencia es mayor en los varones, mientras que las definiciones que permiten incluir más síntomas del estado de ánimo y cuadros breves (que se asocian a un mejor pronóstico) muestran un riesgo equivalente para ambos sexos.
Desarrollo y curso
Los síntomas psicóticos de la esquizofrenia aparecen típicamente entre la adolescencia tardía y la mitad de la treintena; el inicio antes de la adolescencia es raro. El pico de inicio de los primeros episodios psicóticos se sitúa en la primera mitad de la veintena en los varones y a finales de la veintena en las mujeres. El inicio puede ser brusco o insidioso, pero la mayoría de los individuos presenta un desarrollo lento y gradual de diversos signos y síntomas clínicamente significativos. La mitad de estos individuos refiere síntomas depresivos. La edad de inicio más temprana se ha considerado tradicionalmente un factor que predice un peor pronóstico. Sin embargo, el efecto de la edad de inicio probablemente se relacione con el género, teniendo los varones un peor ajuste premórbido, menores logros académicos, síntomas negativos y disfunción cognitiva más prominentes, y un pronóstico peor en general.
La disfunción cognitiva es común; las alteraciones de la cognición están presentes durante el desarrollo y preceden a la emergencia de la psicosis, conformando unos déficits cognitivos estables en la vida adulta. Los déficits de la cognición pueden persistir cuando otros síntomas ya han remitido y contribuyen a la discapacidad que produce el trastorno.
Los factores que predicen el curso y el pronóstico se desconocen en gran parte, de forma que ni el curso ni el pronóstico se pueden predecir de manera fiable. El curso parece ser favorable en alrededor del 20 % de los sujetos con esquizofrenia, y un pequeño número de individuos se recupera por completo. Sin embargo, la mayoría de los individuos con esquizofrenia sigue requiriendo apoyo formal o informal para su vida diaria, y muchos permanecen crónicamente enfermos, con exacerbaciones y remisiones de los síntomas activos, mientras que otros sufren un curso de deterioro progresivo.
Los síntomas psicóticos tienden a disminuir a lo largo de la vida, quizás en relación con la reducción normal de la actividad dopaminérgica asociada a la edad. Los síntomas negativos están más estrechamente ligados al pronóstico que los síntomas positivos y tienden a ser los más persistentes.
Además, los déficits cognitivos que se asocian a la enfermedad pueden no mejorar a lo largo del curso de la misma.
Las características esenciales de la esquizofrenia son las mismas en la infancia, pero resulta más difícil realizar el diagnóstico. En los niños, los delirios y las alucinaciones pueden ser menos elaborados que en los adultos, y las alucinaciones visuales son más frecuentes y deben distinguirse de los juegos de fantasía normales. El discurso desorganizado aparece en muchos trastornos de inicio en la infancia (p. ej., en el trastorno del espectro autista), al igual que sucede con el comportamiento desorganizado (p. ej., en el trastorno por déficit de atención/hiperactividad). Estos síntomas no deben ser atribuidos a
una esquizofrenia sin haber considerado los trastornos más frecuentes de la infancia. Los casos de inicio en la infancia tienden a parecerse a los casos de los adultos con mal pronóstico, con un inicio gradual y síntomas negativos prominentes. Los niños que posteriormente recibirán un diagnóstico de esquizofrenia tienen más probabilidades de haber presentado psicopatología y trastornos emocionales-conductuales inespecíficos, alteraciones intelectuales y del lenguaje y retrasos motores sutiles.
Los casos de inicio tardío (es decir, con una edad de inicio mayor de 40 arios) están sobrerrepresentados por las mujeres, que pueden haberse casado. A menudo el curso se caracteriza por un predominio de los síntomas psicóticos, con afecto y funcionamiento social preservados. Estos casos de inicio tardío pueden cumplir los criterios diagnósticos de la esquizofrenia, pero no está claro si se trata del mismo trastorno que la esquizofrenia diagnosticada antes de la mediana edad (p. ej., antes de los 55 años).
Factores de riesgo y pronóstico
Ambientales. La estación de nacimiento se ha relacionado con la incidencia de la esquizofrenia: por ejemplo, finales de invierno/principios de primavera en algunas zonas y el verano para la forma deficitaria del trastorno. La incidencia de la esquizofrenia y de los trastornos relacionados es mayor en los niños que crecen en un medio urbano y en algunos grupos étnicos minoritarios.
Genéticos y fisiológicos. Hay una importante contribución de los factores genéticos a la hora de determinar el riesgo de presentar esquizofrenia, aunque la mayoría de los individuos diagnosticados de esquizofrenia no tienen antecedentes familiares de psicosis. La predisposición la confieren un abanico de alelos de riesgo, comunes y raros, de forma que cada alelo contribuye sólo en una pequeña fracción a la varianza total en la población. Los alelos de riesgo que se han identificado hasta la fecha también se asocian a otros trastornos mentales, como el trastorno bipolar, la depresión y el trastorno del espectro autista.
Las complicaciones del embarazo y el parto con hipoxia y una mayor edad paterna se asocian a un riesgo más elevado de padecer esquizofrenia para el feto en desarrollo. Además, otras situaciones adversas prenatales y perinatales, como el estrés, la infección, la malnutrición, la diabetes materna y otras afecciones médicas, también se han asociado a la esquizofrenia. Sin embargo, la gran mayoría de los hijos que tienen estos factores de riesgo no desarrolla una esquizofrenia.
Aspectos diagnósticos relacionados con la cultura
Deben considerarse los factores culturales y socioeconómicos, en especial cuando el individuo y el clínico no comparten el mismo entorno socioeconómico. Ideas que parecen delirantes en una cultura (p. ej., la
brujería) pueden estar ampliamente extendidas en otra. En algunas culturas, las alucinaciones visuales o auditivas de contenido religioso (p. ej., escuchar la voz de Dios) forman parte de la experiencia religiosa
normal. Además, la evaluación del discurso desorganizado puede verse dificultada por las variaciones lingüísticas que aparecen en los estilos narrativos de las diferentes culturas. La evaluación del afecto requiere sensibilidad para las diferencias en los estilos de expresión emocional, contacto ocular y lenguaje corporal, que varían a lo largo de las distintas culturas. Si la valoración se lleva a cabo en un idioma diferente del idioma primario del sujeto, se debe prestar atención para asegurarse de que la alogia no se debe a las barreras lingüísticas. En determinadas culturas, el malestar puede tomar la forma de alucinaciones o pseudoalucinaciones e ideas sobrevaloradas que clínicamente pueden presentarse de manera similar a la verdadera psicosis, pero que son normales en el subgrupo al que pertenece el paciente.
Aspectos diagnósticos relacionados con el género
Hay varias características que distinguen la expresión clínica de la esquizofrenia en las mujeres y en los varones. La incidencia general de la esquizofrenia tiende a ser ligeramente menor en las mujeres, en especial si se consideran los casos tratados. La edad de inicio es posterior en las mujeres, produciéndose un segundo pico en la mediana edad, tal y como se ha descrito anteriormente (véase anteriormente la sección «Desarrollo y curso» de este trastorno). En las mujeres, los síntomas tienden a presentar más carga afectiva, aparecen más síntomas psicóticos y hay una mayor tendencia a que los síntomas psicóticos empeoren en las etapas posteriores de la vida. Otra diferencia sintomática es la menor frecuencia de síntomas negativos y desorganización en las mujeres. Por último, el funcionamiento social tiende a estar mejor preservado en las mujeres. Sin embargo, hay frecuentes excepciones a estas normas generales.
Riesgo de suicidio
Aproximadamente, el 5-6 `X, de los individuos con esquizofrenia fallece por suicidio, alrededor del 20 % intenta suicidarse en al menos una ocasión y muchos más tienen ideación suicida significativa. El comportamiento suicida a veces responde a alucinaciones que ordenan hacerse daño a uno mismo o a otros. El riesgo de suicidio se mantiene alto a lo largo de toda la vida en los varones y en las mujeres, aunque podría ser especialmente elevado en los varones jóvenes con consumo comórbido de sustancias. Otros factores de riesgo son los síntomas depresivos o los sentimientos de desesperanza, la situación de desempleo y el período posterior a un episodio psicótico o a un alta hospitalaria.
Consecuencias funcionales de la esquizofrenia
La esquizofrenia se asocia a una disfunción social y laboral significativa. Los progresos académicos y la conservación de un empleo a menudo se ven dificultados por la abulia u otras manifestaciones del Trastorno, incluso cuando las habilidades cognitivas son suficientes para realizar las tareas requeridas.
La mayoría de los sujetos consigue un empleo de categoría inferior al de sus padres y la mayoría, en especial los hombres, no se casa o tiene escasos contactos sociales más allá de su familia.
Diagnóstico diferencial
Trastorno depresivo mayor o trastorno bipolar con características psicóticas o catatónicas. La distinción entre la esquizofrenia y el trastorno depresivo mayor o el trastorno bipolar con características psicóticas o catatonía depende de la relación temporal entre la alteración del ánimo y la psicosis, y de la gravedad de los síntomas depresivos o maníacos. Si los delirios o las alucinaciones aparecen únicamente durante un episodio depresivo mayor o maníaco, el diagnóstico es de trastorno depresivo o bipolar con características psicóticas.
Trastorno esquizoafectivo. El diagnóstico de trastorno esquizoafectivo requiere que un episodio depresivo mayor o maníaco se presente de forma concurrente con los síntomas de la fase activa y que los síntomas del estado de ánimo estén presentes durante la mayor parte de la duración total de los períodos activos.
Trastorno esquizofreniforme y trastorno psicótico breve. Estos trastornos tienen una duración menor que la esquizofrenia tal y como especifica el Criterio C, que requiere la presencia de síntomas durante 6 meses. En el trastorno esquizofreniforme, la alteración está presente durante menos de 6 meses, y en el trastorno psicótico breve, los síntomas están presentes durante al menos 1 día pero menos de 1 mes.
Trastorno delirante. El trastorno delirante se puede distinguir de la esquizofrenia por la ausencia de otros síntomas característicos de la esquizofrenia (p. ej., delirios, alucinaciones auditivas o visuales prominentes, discurso desorganizado, comportamiento muy desorganizado o catatónico, síntomas negativos).
Trastorno de la personalidad esquizotípica. El trastorno de la personalidad esquizotípica puede distinguirse de la esquizofrenia por la presencia de síntomas por debajo del umbral asociados a rasgos de personalidad persistentes.
Trastorno obsesivo-compulsivo y trastorno dismórfico corporal. Los individuos con trastorno obsesivo-compulsivo y con trastorno dismórfico corporal pueden presentar una introspección escasa o ausente y sus preocupaciones pueden alcanzar proporciones delirantes. Sin embargo, estos trastornos se distinguen de la esquizofrenia por sus obsesiones y compulsiones, la preocupación por el aspecto o el olor corporal, el acaparamiento y los comportamientos repetitivos centrados en el cuerpo.
Trastorno de estrés postraumático. El trastorno de estrés postraumático puede incluir escenas retrospectivas que tengan una cualidad alucinatoria, y la hipervigilancia puede alcanzar proporciones paranoides. Sin embargo, se requiere la presencia de un suceso traumático y los síntomas característicos de revivir o reaccionar al suceso para realizar el diagnóstico.
Trastorno del espectro autista o trastornos de la comunicación. Estos trastornos también pueden presentar síntomas similares a los de un episodio psicótico, pero se distinguen por los déficits de la interacción social con comportamientos repetitivos y restringidos, y por otros déficits cognitivos y de la comunicación, respectivamente. Un individuo con un trastorno del espectro autista o con un trastorno de la comunicación debe presentar síntomas que cumplan los criterios completos de la esquizofrenia, con alucinaciones o delirios prominentes durante al menos 1 mes, para poder recibir el diagnóstico de esquizofrenia como trastorno concurrente.
Otros trastornos mentales asociados con un episodio psicótico. El diagnóstico de esquizofrenia se realiza únicamente cuando el episodio psicótico es persistente y no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o de otra afección médica. Los individuos con delirium o con trastorno neurocognitivo mayor o leve pueden presentar síntomas psicóticos, pero éstos tendrán relación temporal con el inicio de los cambios cognitivos que aparecen en dichos trastornos. Los sujetos con un trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos pueden presentar los síntomas característicos del Criterio A de la esquizofrenia, pero el trastorno psicótico inducido por sustancias/medicamentos habitualmente puede distinguirse por la relación cronológica entre el uso de las sustancias ysu inicio, y por la remisión de la psicosis en ausencia del uso de dichas sustancias.
Comorbilidad
Las tasas de comorbilidad con los trastornos relacionados con sustancias son elevadas en la esquizofrenia. Más de la mitad de los individuos con esquizofrenia tiene un trastorno por consumo de tabaco y fuman cigarrillos de manera habitual. Cada vez se reconoce más la comorbilidad con los trastornos de ansiedad en la esquizofrenia. Las tasas de trastorno obsesivo-compulsivo y de trastorno de pánico Son elevadas en los individuos con esquizofrenia en comparación con la población general. El trastorno de la personalidad esquizotípica o paranoide a veces puede preceder al inicio de una esquizofrenia.
La esperanza de vida está acortada en las personas con esquizofrenia debido a las afecciones médicas asociadas. El aumento de peso, la diabetes, el síndrome metabólico y las enfermedades cardiovasculares y pulmonares son más habituales en los individuos con esquizofrenia que en la población general. El escaso compromiso para realizar conductas dirigidas a mantener la salud (p. ej., cribado para el cáncer, ejercicio físico) aumenta el riesgo de presentar enfermedades crónicas, pero también pueden intervenir otros factores asociados al trastorno, como la medicación, el estilo de vida, fumar cigarrillos y la dieta. Podría haber una vulnerabilidad compartida para la psicosis y los trastornos médicos que explicaría parte de la comorbilidad médica de la esquizofrenia.