Trastorno de Identidad Disociativo (TID) – DSM-V-TR código: 300.14 (F44.81)   A. Perturbación de la identidad que se caracteriza por dos o más estados de la personalidad bien definidos, que se puede describir en algunas culturas como una experiencia de posesión. La perturbación de la identidad implica una discontinuidad importante del sentido del yo y […]

Trastorno de Identidad Disociativo (TID) – DSM-V-TR código: 300.14 (F44.81)

 


A. Perturbación de la identidad que se caracteriza por dos o más estados de la personalidad bien definidos, que se puede describir en algunas culturas como una experiencia de posesión. La perturbación de la identidad implica una discontinuidad importante del sentido del yo y del sentido de la entidad, acompañado de alteraciones relacionadas del afecto, el comportamiento, la conciencia, la memoria, la percepción, el conocimiento y/o el funcionamiento sensitivo-motor. Estos signos y síntomas pueden ser observados por parte de otras personas o comunicados por el individuo.
B. Lapsos recurrentes en la memoria de acontecimientos cotidianos, información personal importante y/o sucesos traumáticos incompatibles con el olvido ordinario.
C. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
D. La alteración no es una parte normal de una práctica cultural o religiosa ampliamente aceptada.
Nota: En los niños, los síntomas no deben confundirse con la presencia de amigos imaginarios u otros juegos de fantasía.
E. Los síntomas no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., laguna mental o comportamiento caótico durante la intoxicación alcohólica) u otra afección médica (p. ej., epilepsia parcial compleja).

 

Características diagnósticas

 

La característica definitoria de un trastorno de identidad disociativo es la presencia de dos o más estados de personalidad distintos o una experiencia de posesión (Criterio A). Sin embargo, la manifestación o no de estos estados de personalidad varía en función de la motivación psicológica, el nivel actual de estrés, la cultura, los conflictos internos y dinámicos y la tolerancia emocional. Puede haber períodos continuos de interrupción de la identidad en el contexto de presiones psicosociales graves y/o prolongadas. En muchos casos de trastorno de identidad disociativo en forma de posesión y en una pequeña proporción de casos sin manifestación de posesión son muy evidentes las manifestaciones de las identidades alternativas. Durante largos períodos de tiempo, la mayoría de los individuos con trastorno de identidad disociativo sin manifestaciones de posesión no muestran abiertamente la discontinuidad de su identidad, y sólo una pequeña minoría presenta una alternancia clínicamente observable entre las identidades.
Cuando no se observan directamente los estados de personalidad alternativa, el trastorno puede ser identificado por dos grupos de síntomas: 1) las alteraciones repentinas o la discontinuidad sobre el sentido del yo y el sentido de la entidad (Criterio A), y 2) las amnesias disociativas recurrentes (Criterio B).
Los síntomas del Criterio A están relacionados con las interrupciones en la experiencia que pueden afectar a cualquiera de los aspectos del funcionamiento de un individuo. Los individuos con trastorno de identidad disociativo pueden referir la sensación de que, de repente, se han convertido en observadores despersonalizados de su «propio» discurso y acciones, y que pueden sentirse impotentes para detenerlos (sentido del yo). Tales individuos también pueden informar sobre la percepción de voces (p. ej., la voz de un niño, el llanto, la voz de un ser espiritual). En algunos casos, las voces se experimentan como múltiples, desconcertantes e independientes del pensamiento y sobre ellas el individuo no tiene ningún control. Las emociones fuertes, los impulsos e incluso el habla u otras acciones pueden surgir de repente, sin un sentido de control o de pertenencia personal (sentido de entidad). Estas emociones e impulsos son con frecuencia comunicadas como egodistónicas y desconcertantes. Las actitudes, las perspectivas y las preferencias personales (p. ej., acerca de la comida, las actividades, el vestido) pueden cambiar de repente y después pueden cambiar nuevamente. Los individuos pueden referir que sienten sus cuerpos diferentes (p. ej., como un niño pequeño, como del género opuesto, enorme y musculado). Las alteraciones en el sentido del yo y la pérdida de la entidad personal pueden estar acompañadas por la sensación de que estas actitudes, emociones y comportamientos, incluso el propio cuerpo, «no son míos» y/o «no están bajo mi control». Aunque la mayoría de los síntomas del Criterio A son subjetivos, muchas de estas interrupciones bruscas del habla, del afecto y de la conducta pueden ser observadas por la familia, los amigos o el clínico. Las convulsiones no epilépticas y otros síntomas de conversión son evidentes en algunas presentaciones del trastorno de identidad disociativo, especialmente en algunos contextos no occidentales.
La amnesia disociativa de las personas con trastorno de identidad disociativo se manifiesta de tres formas principales: 1) como lagunas en la memoria remota de los acontecimientos vitales personales (p. ej., períodos de la niñez o de la adolescencia, algunos eventos importantes de la vida, como la muerte de un abuelo, casarse, dar a luz), 2) como lapsos de memoria reciente (p. ej., de lo que sucedió hoy, de habilidades tales como la forma de trabajar, usar un ordenador, leer, conducir), y 3) el descubrimiento de una evidencia de sus acciones diarias y de las tareas que no recuerdan haber realizado (p. ej., la búsqueda de objetos inexplicables en sus bolsas de la compra o entre sus posesiones, encontrar escritos o dibujos desconcertantes que parecen haber realizado, descubrir lesiones, «regresar» justo en el momento de la realización de una acción). Las fugas disociativas, en las que la persona experimenta viajes disociativos, son frecuentes. Por lo tanto, las personas con trastorno de identidad disociativo pueden comunicar que, de repente, se han encontrado en la playa, en el trabajo, en un club nocturno o en algún lugar del hogar (p. ej., en el armario, en una cama o un sofá, en una esquina), sin acordarse de cómo llegaron hasta allí. La amnesia en los individuos con trastorno de identidad disociativo no se limita a los acontecimientos estresantes o traumáticos, si no que estas personas a menudo tampoco pueden recordar los acontecimientos diarios.
Los individuos con trastorno de identidad disociativo varían en su conciencia y actitud hacia sus amnesias. Es frecuente en estos individuos que minimicen sus síntomas amnésicos. Algunos de sus comportamientos amnésicos pueden ser evidentes para los demás, como cuando estas personas no recuerdan algo que los demás habían presenciado que había hecho o dicho, cuando no pueden recordar su propio nombre, o cuando no reconocen a su cónyuge, a sus hijos o a los amigos cercanos.
Las identidades en forma de posesión en el trastorno de identidad disociativo normalmente se manifiestan como conductas en que parece que un «espíritu», un ser sobrenatural o una persona ajena ha tomado el control, de tal manera que la persona comienza a hablar o actuar de una manera muy diferente. Por ejemplo, el comportamiento de un individuo puede semejar que su identidad ha sido sustituida por el » fantasma» de una niña que se suicidó en la misma comunidad años atrás, hablando y actuando como si todavía estuviera viva. O una persona puede ser «suplantada» por un demonio o una divinidad, lo que origina un deterioro profundo, y éstos pueden exigir que el individuo o un pariente sea castigado por un acto pasado, seguido de períodos más sutiles de alteración en la identidad. Sin embargo, la mayoría de los estados de posesión en el mundo son normales, por lo general forman parte de la práctica espiritual y no cumplen con los criterios para el trastorno de identidad disociativo. Las identidades que surgen durante la posesión en forma de trastorno de identidad disociativo se presentan de forma recurrente, son no deseadas e involuntarias, causan un malestar o un deterioro clínicamente significativo (Criterio C) y no son una parte usual de una práctica cultural o
religiosa ampliamente aceptada (Criterio D).

 

Características asociadas que apoyan el diagnóstico

 

Los individuos con trastorno de identidad disociativo típicamente presentan comorbilidad con la depresión, la ansiedad, el abuso de sustancias, las autolesiones, las convulsiones no epilépticas u otros síntomas
comunes. A menudo disimulan, o no son plenamente conscientes de las interrupciones en la consciencia, la amnesia u otros síntomas disociativos. Muchas personas con trastorno de identidad disociativo informan de flashbacks disociativos durante los cuales reviven sensorialmente un evento anterior como si estuviera ocurriendo en el presente, a menudo con un cambio de identidad, una desorientación o pérdida parcial o total de contacto con la realidad momentánea durante el flashback y una amnesia retrospectiva posterior del contenido de dicho flashback. Los individuos con este trastorno suelen informar de múltiples tipos de maltrato interpersonal en la infancia y en la edad adulta. También se pueden notificar acontecimientos abrumadores en la vida temprana aunque no sean en forma de maltrato, como múltiples procedimientos médicos dolorosos y largos en edades tempranas de la vida. La automutilación y el comportamiento suicida son frecuentes. Estas personas alcanzan niveles más elevados de capacidad de sufrir hipnosis y disociación en comparación con las medidas estándar de otros grupos clínicos y sujetos control sanos. Algunos individuos experimentan fenómenos o episodios psicóticos transitorios. Se han implicado varias regiones cerebrales en la fisiopatología del trastorno de identidad disociativo, como la corteza orbitofrontal, el hipocampo, la circunvolución del hipocampo y la amígdala.

 

Prevalencia

La prevalencia (12 meses) del trastorno de identidad disociativo entre los adultos de Estados Unidos en un pequeño estudio comunitario es del 1,5 %. La prevalencia por género en ese estudio fue del 1,6 % para los varones y del 1,4 % para las mujeres.

 

Desarrollo y curso


El trastorno de identidad disociativo se asocia con experiencias abrumadoras, eventos traumáticos y/o el abuso en la niñez. El trastorno completo se puede manifestar por primera vez casi a cualquier edad (desde la más tierna infancia hasta la vejez). La disociación en los niños puede generar problemas de memoria, concentración y apego, y juego traumático. Sin embargo, los niños, por lo general, no presentan cambios de identidad, sino que presentan principalmente solapamientos e interferencias entre los estados mentales (fenómenos del Criterio A), con síntomas relacionados a las interrupciones de la experiencia. Pueden aparecer cambios repentinos de identidad durante la adolescencia que pueden ser sólo crisis de los adolescentes o de las primeras etapas de otro trastorno mental. Las personas mayores pueden presentar una clínica de trastornos del estado de ánimo de la edad avanzada, trastorno obsesivo-compulsivo, paranoia, trastornos del estado de ánimo con síntomas psicóticos o incluso trastornos cognitivos debidos a la amnesia disociativa. En algunos casos, en edades avanzadas, los afectos incómodos y los recuerdos pueden invadir progresivamente la conciencia del individuo.
La descompensación psicológica y los cambios en la identidad manifiestos se pueden desencadenar porque: 1) se suprime la situación traumática (p. ej., el abandono de la casa), 2) la persona tiene niños que alcanzan la misma edad que ella tenía cuando fue víctima de abuso o en el momento en que fue traumatizada, 3) existen experiencias traumáticas posteriores, incluso aparentemente intrascendentes, como un accidente de un vehículo a motor pequeño, o 4) se produce la muerte o surge una enfermedad mortal en el maltratador o los maltratadores.

 


Factores de riesgo y pronóstico

 

Ambientales. El abuso físico y sexual interpersonal se asocia con un mayor riesgo de trastorno de identidad disociativo. La prevalencia de abuso infantil y negligencia en Estados Unidos, Canadá y Europa entre aquellos con el trastorno es de aproximadamente el 90 %. También se han descrito otras formas de experiencias traumáticas, incluyendo procedimientos médicos y quirúrgicos de la infancia, la guerra, la prostitución infantil y el terrorismo.
Modificadores del curso. El abuso continuo, la retraumatización posterior, la comorbilidad con trastornos mentales, una enfermedad médica grave y el retraso en el tratamiento adecuado se asocian con un peor pronóstico.

 

Aspectos diagnósticos relacionados con la cultura

 

Muchas de las características del trastorno de identidad disociativo pueden estar influenciadas por el trasfondo cultural de la persona. Las personas con este trastorno pueden presentar evidentes síntomas neurológicos inexplicables, como convulsiones no epilépticas, parálisis o pérdida sensorial, en un ámbito cultural donde tales síntomas son comunes. Del mismo modo, en los lugares donde la «posesión» es común (p. ej., las zonas rurales del mundo en vías de desarrollo, entre ciertos grupos religiosos en Estados Unidos y Europa), las identidades fragmentadas pueden tomar la forma de espíritus posesivos, divinidades, demonios, animales o personajes mitológicos. La aculturación o el contacto intercultural prolongado pueden moldear las características de las otras identidades (p. ej., los sujetos en la India pueden hablar inglés exclusivamente y usar ropa occidental). El trastorno de identidad disociativo en forma de posesión se puede distinguir de los estados de posesión cultural mente aceptados en que el primero es involuntario, angustiante e incontrolable, y con frecuencia recurrente o persistente; implica un conflicto entre el individuo y su familia, el entorno social o en el trabajo, y se manifiesta en momentos y lugares que violan la normas de la cultura o la religión.

 

Aspectos diagnósticos relacionados con el género

 

Las mujeres con trastorno de identidad disociativo predominan en la práctica clínica de los adultos, pero no en la práctica clínica de los niños. Los varones adultos con trastorno de identidad disociativo pueden negar sus síntomas y los antecedentes de trauma, y esto puede conducir a tasas elevadas de falsos negativos en el diagnóstico. Las mujeres con trastorno de identidad disociativo se presentan con mayor frecuencia con estados disociativos agudos (p. ej., escenas retrospectivas, amnesia, fuga, síntomas funcionales neurológicos [conversión], alucinaciones, automutilación). Los varones suelen mostrar comportamientos más criminales o violentos que las mujeres, y entre los varones, los desencadenantes más comunes de los estados disociativos agudos están las guerras, las condiciones carcelarias y las agresiones físicas o sexuales.

 

Riesgo de suicidio

Más del 70 % de los pacientes ambulatorios con trastorno de identidad disociativo ha intentado suicidarse; son frecuentes los múltiples intentos y las conductas autolesivas. La evaluación del riesgo de suicidio puede ser complicada cuando existe amnesia para el anterior comportamiento suicida o cuando la identidad que se presenta no tiene ideas suicidas y no es consciente de lo que hacen las
otras identidades disociadas.

 

Consecuencias funcionales del trastorno de identidad disociativo

El deterioro varía ampliamente, desde uno aparentemente mínimo (p. ej., en los profesionales con buen rendimiento) hasta uno profundo. Independientemente del nivel de discapacidad, las personas con trastorno de identidad disociativo comúnmente minimizan el impacto de sus síntomas disociativos y postraumáticos. Los síntomas de los individuos con un funcionamiento más alto pueden perjudicar su relación, el matrimonio, sus funciones en la familia y la crianza de los hijos más que su vida laboral y profesional (aunque esta última también puede verse afectada). Con el tratamiento adecuado, muchas personas afectadas muestran una marcada mejoría en el funcionamiento laboral y personal. Sin embargo, algunos continúan con mucho deterioro en la mayoría de actividades de la vida. Estas personas sólo pueden responder al tratamiento muy lentamente, con una mejora y una reducción gradual de La tolerancia a los síntomas disociativos y postraumáticos. El tratamiento de apoyo a largo plazo puede aumentar poco a poco la capacidad de estas personas para manejar sus síntomas y disminuir la necesidad de niveles más restrictivos de cuidado.

 

Diagnóstico diferencial

Otro trastorno disociativo especificado. El eje del trastorno de identidad disociativo es la división de la identidad, con una interrupción recurrente del funcionamiento consciente y del sentido de sí mismo. Esta característica central es compartida por una forma de otro trastorno disociativo especificado, que se puede distinguir del trastorno de identidad disociativo por la presencia crónica o recurrente de síntomas disociativos mixtos que no cumplen el Criterio A para el trastorno de identidad disociativo o porque no se acompañan de amnesia recurrente.
Trastorno depresivo mayor. Los individuos con trastorno de identidad disociativo a menudo se deprimen, y sus síntomas parecen cumplir los criterios para un episodio depresivo mayor. Una evaluación rigurosa indica que esta depresión, en algunos casos, no cumple todos los criterios para el trastorno depresivo mayor. En los individuos con trastorno de identidad disociativa, a menudo otro trastorno depresivo especificado tiene una característica importante: el estado de ánimo deprimido y las cogniciones son fluctuantes, puesto que aparecen en algunos estados de identidad pero no en otros.
Trastornos bipolares. Los individuos con trastorno de identidad disociativo a menudo se diagnostican de trastorno bipolar, más frecuentemente de trastorno bipolar II. Los cambios relativamente rápidos en el estado de ánimo en las personas con este trastorno, habitualmente en cuestión de minutos u horas, a veces acompañándose de una fluctuación en los niveles de activación, contrastan con Los cambios más lentos del estado de ánimo que se observan típicamente en los individuos con trastornos bipolares. Además, en el trastorno de identidad disociativo, conjuntamente con la identidad que se manifiesta, aparece un estado de ánimo elevado o depresivo, por lo que uno u otro estados de ánimo pueden predominar durante un período relativamente largo de tiempo (a menudo durante días) o pueden cambiar en cuestión de minutos.
Trastorno de estrés postraumático. Algunas personas traumatizadas tienen tanto un trastorno de estrés postraumático (IPPT) como un trastorno de identidad disociativo. Por consiguiente, es importante distinguir entre los individuos que sólo tienen TEPT y las personas que tienen TEPT y el trastorno de identidad disociativo. Este diagnóstico diferencial requiere que el clínico establezca la presencia o ausencia de síntomas disociativos que no son característicos del trastorno por estrés agudo o del trastorno de estrés postraumático. Algunos individuos con trastorno de estrés postraumático manifiestan síntomas disociativos que también ocurren en el trastorno de identidad disociativo: 1) la amnesia para algunos aspectos del trauma, 2) los flashbacks disociativos (p. ej., revivir el trauma, con una reducción de la conciencia de la orientación actual), y 3) los síntomas de intrusión y evitación, las alteraciones negativas en la cognición y en el estado de ánimo, y la hiperactivación que está centrada en torno al evento traumático. Por otra parte, las personas con trastorno de identidad disociativa manifiestan síntomas disociativos que no son una manifestación del TEPT: 1) las amnesias para muchos eventos no traumáticos de cada día (esto es, no traumáticos), 2) los flashbacks disociativos que pueden estar seguidos de una amnesia retrospectiva de su contenido, 3) las intromisiones perjudiciales (no relacionadas con el material traumático) de los estados de identidad disociada, y 4) los cambios infrecuentes y totales entre los diferentes estados de identidad.
Trastornos psicóticos. El trastorno de identidad disociativo se puede confundir con la esquizofrenia u otros trastornos psicóticos. Las voces interiores, comunicativas y personificadas del trastorno de identidad disociativo, en especial de niños (p. ej., «oigo a una niña llorando en un armario y a un hombre enojado gritándola», pueden confundirse con las alucinaciones psicóticas. Las experiencias disociativas de fragmentación de la identidad o de posesión y la pérdida de la sensación de control sobre los pensamientos, sentimientos, impulsos y actos se pueden confundir con los signos de los trastornos formales del pensamiento, como la inserción o el robo del pensamiento. Los individuos con trastorno de identidad disociativo también pueden referir alucinaciones visuales, táctiles, olfativas, gustativas y somáticas que, por lo general, se relacionan con factores postraumáticos y disociativos, como los flashbacks parciales. Los individuos con trastorno de identidad disociativo experimentan estos síntomas como causados por identidades alternativas, no tienen explicaciones delirantes de los fenómenos y a menudo describen los síntomas de una forma personificada (p. ej., «me siento como si alguien más quisiera llorar con mis ojos»). Las voces internas persecutorias y despectivas del trastorno de identidad disociativo asociado con síntomas de depresión pueden llevar al diagnóstico de depresión mayor con síntomas psicóticos. El cambio caótico de identidad y las intrusiones agudas que interrumpen los procesos del pensamiento podrían distinguirse del trastorno psicótico breve por el predominio de los síntomas disociativos y por la amnesia del episodio, y una evaluación diagnóstica después de cesar la crisis podría ayudar a confirmar el diagnóstico.
Trastornos inducidos por sustancias/medicamentos. Los síntomas asociados con los efectos fisiológicos de una sustancia se pueden distinguir de un trastorno de identidad disociativo cuando la sustancia de la que se trata se considera etiológicamente relacionada con la alteración.
Trastornos de la personalidad. Los individuos con trastorno de identidad disociativo presentan identidades que, a menudo, parecen presentar características graves de trastornos de la personalidad, lo que obliga a un diagnóstico diferencial de los trastornos de personalidad, especialmente el tipo límite. Es importante destacar que, sin embargo, la variabilidad longitudinal en el tipo de personalidad (debido a la incongruencia entre identidades en el trastorno disociativo) difiere de la disfunción generalizada y persistente de la gestión emocional y de las relaciones interpersonales, típica de las personas con trastornos de la personalidad.
Trastorno de conversión (trastorno de síntomas neurológicos funcionales). Este trastorno puede distinguirse del trastorno de identidad disociativo por la ausencia de una ruptura de la identidad, caracterizada por dos o más estados de personalidad distintos o por una experiencia de posesión. La amnesia disociativa en el trastorno de conversión es más limitada y circunscrita (p. ej., amnesia por una convulsión no epiléptica).
Trastornos convulsivos. Los individuos con trastorno de identidad disociativo pueden presentar síntomas parecidos a los convulsivos y comportamientos que se asemejan a las crisis parciales complejas del lóbulo temporal. Éstos incluyen déjá vu, jamais vu, despersonalización, desrealización, experiencias extracorpóreas, amnesia, alteraciones de la conciencia, alucinaciones y otros fenómenos intrusivos de sensaciones, afectos y pensamientos. Unos hallazgos electroencefalográficos normales, incluyendo la telemetría, diferencian las convulsiones no epilépticas de los síntomas similares a las convulsiones del trastorno de identidad disociativo. Además, las personas con trastorno de identidad disociativo obtienen puntuaciones de disociación muy altas, mientras que los individuos con crisis parciales complejas no las obtienen.
Trastorno facticio y simulación. Las personas que fingen un trastorno de identidad disociativo no refieren los síntomas sutiles de intrusión característicos del trastorno, sino que tienden a exagerar los síntomas
más difundidos de la enfermedad, tales como amnesia disociativa, pero no suelen comunicar los síntomas comórbidos menos publicitados, como son los síntomas disociativos. Las personas que fingen un trastorno
de identidad disociativo tienden a estar relativamente poco perturbadas o pueden incluso parecer disfrutar de «tener» el trastorno. En contraste, las personas con un verdadero trastorno de identidad disociativo tienden a avergonzarse y abrumarse por sus síntomas y no comunican sus síntomas o niegan su afección. Pueden ayudar al diagnóstico una observación secuencial, la confirmación por la historia y una evaluación psicométrica y psicológica intensivas. Las personas que simulan el trastorno de identidad disociativo suelen crear identidades alternativas limitadas y estereotipadas con amnesia fingida, y relacionadas con los hechos por los que se busca la ganancia. Por ejemplo, pueden presentar una identidad de «todo bien» y una identidad de «todo mal» con la esperanza de obtener la exculpación por un crimen.

 

Comorbilidad

Muchas personas con trastorno de identidad disociativo se presentan con un trastorno comórbido. Si no son evaluadas y tratadas específicamente para el trastorno disociativo, estas personas a menudo reciben un tratamiento prolongado sólo para el diagnóstico de comorbilidad, con una respuesta global al tratamiento limitada y con la desmoralización y discapacidad consiguientes.
Los individuos con trastorno de identidad disociativo por lo general presentan un gran número de trastornos comórbidos. En particular, la mayoría desarrolla trastorno de estrés postraumático.
Otros trastornos que son altamente comórbidos con el trastorno de identidad disociativo son los trastornos depresivos, el trauma y trastornos relacionados con factores de estrés, los trastornos de la personalidad (trastorno de personalidad límite y evitativa), el trastorno de conversión (trastorno de síntomas neurológicos funcionales), el trastorno de síntomas somáticos, los trastornos de la alimentación, los trastornos relacionados con sustancias, el trastorno obsesivo-compulsivo y los trastornos del sueño. Las alteraciones disociativas en la identidad, la memoria y la conciencia pueden afectar a la presentación de los síntomas de los trastornos comórbidos.

 

Trastorno de Identidad Disociativa – CIE-11 código: 6B64 

 

El trastorno de identidad disociativa se caracteriza por una alteración de la identidad en la que hay dos o varios estados de personalidad distintos (identidades disociativas) asociados con discontinuidades marcadas en el sentido de identidad y agencia. Cada estado de personalidad incluye su propio patrón de experiencia, percepción, concepción y relación con el yo, el cuerpo y el entorno. Al menos dos estados de personalidad distintos toman de manera recurrente el control ejecutivo de la conciencia y el funcionamiento del individuo al interactuar con otros o con el entorno, como en el desempeño de aspectos específicos de la vida cotidiana, como la crianza de los hijos o el trabajo, o en respuesta a situaciones específicas (por ejemplo, aquellos que son percibidos como amenazantes). Los cambios en el estado de la personalidad están acompañados por alteraciones relacionadas en la sensación, la percepción, el afecto, la cognición, la memoria, el control motor y el comportamiento. Habitualmente hay episodios de amnesia, que pueden ser graves. Los síntomas no se explican mejor por otro trastorno mental, del comportamiento o del desarrollo neurológico, ni se deben a los efectos directos de una sustancia o medicamento en el sistema nervioso central, incluidos los efectos de la abstinencia, y no se deben a una enfermedad del sistema nervioso o trastorno del ciclo de sueño y vigilia. Los síntomas causan un deterioro significativo en las áreas personales, familiares, sociales, educativas y ocupacionales u otras áreas importantes del funcionamiento.

 

Trastorno de Identidad Disociativa Parcial (TID-P) – CIE-11 código: 6B65 

 

El trastorno de identidad disociativa parcial se caracteriza por una alteración de la identidad en la que hay dos o varios estados de personalidad distintos (identidades disociativas) asociados con discontinuidades marcadas en el sentido de identidad y agencia. Cada estado de personalidad incluye su propio patrón de experiencia, percepción, concepción y relación con el yo, el cuerpo y el entorno. Un estado de personalidad es dominante y normalmente funciona en la vida cotidiana, pero es invadido por uno o más estados de personalidad no dominantes (intrusiones disociativas). Estas intrusiones pueden ser cognitivas, afectivas, perceptivas, motoras o conductuales. Se considera que interfieren con el funcionamiento del estado de personalidad dominante y son típicamente aversivos. Los estados de personalidad no dominantes no toman de manera recurrente el control ejecutivo de la conciencia y el funcionamiento del individuo, pero puede haber episodios ocasionales, limitados y transitorios, en los que un estado de personalidad distinta asuma el control ejecutivo para participar en comportamientos circunscritos, como en respuesta a situaciones extremas, estados emocionales o durante episodios de autolesión o recreación de recuerdos traumáticos. Los síntomas no se explican mejor por otro trastorno mental, del comportamiento o del desarrollo neurológico, y no se deben a los efectos directos de una sustancia o medicamento en el sistema nervioso central, incluidos los efectos de la abstinencia, ni se deben a una enfermedad del sistema nervioso o trastorno del ciclo de sueño y vigilia. Los síntomas causan un deterioro significativo en las áreas personales, familiares, sociales, educativas, ocupacionales u otras áreas importantes del funcionamiento.

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