Experiencias disociativas en adictos: Un caso clínico de despersonalización-desrealización (DPDR)
En esta entrada exploramos un caso clínico real de despersonalización-desrealización (DPDR) en un paciente con historial de adicción a sustancias. Se trata de un fenómeno frecuente pero poco reconocido entre personas con trastornos por uso de sustancias.
Introducción
El síndrome de despersonalización-desrealización (DPDR) es un trastorno disociativo caracterizado por una sensación persistente de extrañeza de uno mismo y del entorno. A diferencia de la psicosis, el juicio de realidad se mantiene intacto.
Se estima que entre el 1,9% y 2,5% de la población general ha experimentado estos síntomas, lo que lo convierte en una de las condiciones más comunes tras la ansiedad y la depresión.
Estudios recientes señalan una alta prevalencia de síntomas disociativos en personas adictas, tanto durante el consumo activo como en la etapa de abstinencia. Estos síntomas pueden persistir años después del abandono de la droga.
Caso clínico: Hombre de 38 años
Datos generales
- Diagnóstico: dependencia de cocaína y alcohol
- Trastornos comórbidos: inestabilidad emocional de la personalidad, bulimia nerviosa
- Ingreso previo en UDH: 16 días
- Tratamiento inicial: gabapentina, quetiapina, fluoxetina, clonazepam
Antecedentes personales y familiares
Nacimiento prematuro, abuso sexual en la infancia, inicio del consumo de sustancias a los 15 años. Diagnóstico de bulimia y trastorno de la personalidad a los 25. Sin antecedentes psicopatológicos familiares.
Perfil psicopatológico
Paciente con habilidades sociales, buen nivel cognitivo, inicialmente con locus de control externo que evoluciona a interno durante el tratamiento. Presentaba baja tolerancia a la frustración, impulsividad y búsqueda de refuerzo externo.
Evaluaciones psicológicas
Se le administraron pruebas como IPDE, SCL-90-R, 16 PF, BECK, STAI. Se detectaron rasgos histriónicos, impulsividad y ausencia de depresión significativa.
Evolución durante el tratamiento
Se observó una evolución positiva: mejoría emocional, sueño reparador, reducción de ansiedad y eliminación de pesadillas relacionadas con el consumo.
El paciente desarrolló herramientas para afrontar sus emociones, mejoró su autocontrol y autoconcepto, aunque no logró suspender completamente el tratamiento farmacológico.
Debut del episodio de DPDR
Tres años tras la abstinencia, el paciente verbaliza síntomas disociativos: extrañeza, vacío, crisis de identidad. A pesar de resultados médicos normales, persiste el malestar psicológico.
“Recuerdo una anécdota: me miré al espejo en el centro terapéutico y no me reconocía, no en cuanto al físico sino a la persona”.
Estos síntomas emergen con fuerza al enfrentarse a una vida autónoma sin el respaldo del grupo terapéutico.
Evaluaciones clínicas de DPDR
- Cambridge Depersonalisation Scale (CDS-11): 34 puntos
- Dissociative Experiences Scale (DES): Total: 43 puntos
- Subescalas:
- Absorción: 28
- Amnesia: 39
- Despersonalización: 38
Estas puntuaciones reflejan un trastorno disociativo severo con síntomas como:
- Alteraciones de la memoria (fantasías, amnesia selectiva)
- Sensación de irrealidad del entorno (desrealización)
- Extrañeza de uno mismo (despersonalización)
- Vacío existencial y desmotivación
Situación actual del paciente
Mediante acompañamiento terapéutico y psicoeducación, el paciente logra una comprensión profunda de su experiencia disociativa.
- Tratamiento actual: citalopram 20 mg por la mañana y lormetazepam 1 mg al acostarse.
- Estado funcional: estabilizado, autónomo, con pareja y empleo.
Discusión final
La despersonalización-desrealización en adictos suele pasar inadvertida por falta de lenguaje para describirla y escasa formación especializada. Identificar estos síntomas es esencial para evitar recaídas.
El vacío existencial posadicción es uno de los factores de mayor riesgo. Es clave trabajar desde un enfoque integrador que incluya psicoeducación disociativa, validación emocional y acompañamiento empático.
Recomendamos a los profesionales de las adicciones y salud mental formarse en trauma complejo y disociación, ya que muchos pacientes pueden estar sufriendo sin recibir el diagnóstico adecuado.