Despersonalización en la infancia: a propósito de un caso clínico
Quiero compartir con vosotros un caso clínico de despersonalización en la infancia, porque si esta condición es muy desconocida, más lo es en la infancia
Este artículo, publicado en “Revista de Psiquiatría Infanto-Juvenil” en el año 2015.
Dicho esto, comencemos 👇
Caso clínico
Niño de 12 años de edad
Es el segundo de cuatro hermanos
Vive con sus padres y hermanos.
Nivel socioeconómico medio
No existen antecedentes familiares significativos de enfermedad mental o epilepsia. Embarazo, parto, desarrollo psicomotor y control de esfínteres dentro de la normalidad. Está diagnosticado de Epilepsia Rolándica desde los ocho años de edad para la que sigue tratamiento controlado por el Servicio de Neuropediatría
No presenta otras enfermedades relevantes
Acudió a nuestra consulta derivado desde este servicio para la valoración de una serie de episodios de aparente desconexión del medio sin pérdida de conciencia. Reconocía dificultades para precisar lo que experimentaba durante los mismos y los describía como episodios en los que se percibía a sí mismo y al entorno como “diferentes”. Refería sentir una especie de distancia emocional respecto a sí mismo y de lo que ocurría a su alrededor. “Como si lo viera desde fuera pero sabiendo que estoy dentro y formo parte de la situación”. Describía la situación y a las personas que estaban en ella (incluido él mismo) “como si no tuvieran vida, como si no fueran del todo reales”. Reconocía una plena consciencia de estas situaciones con los matices descritos, su duración era de “bastantes minutos” y desaparecía de manera espontánea. Su frecuencia era muy alta siendo durante algunos periodos de tiempo prácticamente diarias.
No refería cambios en la forma, tamaño o color de los de los objetos. Tampoco se observó ningún otro tipo de sintomatología que sugiriera un origen comicial ni cualquier otro signo o síntoma neurológico acompañante.
Reconocía ser un niño tímido con ciertos síntomas de ansiedad en situaciones de exposición social que le limitaban parcialmente en sus relaciones personales que se habían visto aumentadas al limitar sus salidas por los temores referidos. Por último, no refería ni pudo hallarse relación con ningún otro posible factor desencadenante emocional o ambiental. Estas crisis se iniciaron hacía unos cuatro años coincidiendo con el inicio de la epilepsia sin otros posibles factores estresantes identificables. Recibió tratamiento antiepiléptico inicialmente con levetiracetam posteriormente sustituido por valproato.
Origen comicial: Referido a las crisis epilépticas
Mostró una buena respuesta a éste último lográndose un control completo con desaparición de las crisis epilépticas. En función de esta buena evolución, se retiró el tratamiento con valproato manteniéndose la ausencia de crisis epilépticas hasta la actualidad.
Excepto en la coincidencia de su inicio, la evolución y el curso de los episodios de despersonalización-desrealización han sido independientes de la evolución de la epilepsia. Los episodios de despersonalización-desrealización siguieron siendo muy frecuentes (“diarios”) a pesar del control de las crisis epilépticas. Esta persistencia de los episodios de despersonalización-desrealización motivó finalmente la derivación a nuestra Unidad. En la exploración psicopatológica el niño se mostraba colaborador y adecuado con sintomatología depresiva leve de carácter adaptativo.
Reconocía estar preocupado por estos síntomas y por su pronóstico refiriendo miedo a que fueran indicativos de la existencia de una enfermedad física o mental grave. En revisiones posteriores, el niño nos reconoció que tardó en comunicar a sus padres lo que ocurría por temor a estar “volviéndose loco”. Refería limitaciones en su vida cotidiana y evitaba salir con sus amigos por temor a presentar alguno de estos episodios estando fuera de su casa. Fue diagnosticado de un “Trastorno de despersonalización desrealización” prescribiendo tratamiento con sertralina (antidepresivo – 50 mgrs/día) y se aconsejó iniciar tratamiento de psicoterapia dirigido a sus rasgos de personalidad y mejorar sus habilidades sociales.

Los episodios disminuyeron de manera significativa y, excepto un episodio aislado coincidiendo con una situación de acoso escolar, no ha vuelto a presentar ninguno a partir del tercer mes de iniciado el tratamiento. A los catorce meses de iniciado, se retiró el tratamiento de sertralina permaneciendo asintomático en la actualidad.
Para objetivar la sintomatología inicial y controlar su evolución, aplicamos inicialmente y a los seis meses la Escala de Experiencias Disociativas en Adolescentes (A-DES), la Escala de disociación en niños CDC (Child Dissociative Checklist) y la versión española de la Escala de despersonalización de Cambridge (CDS).
Los resultados se detallan en la Tabla 2. 👇

Conclusión
La despersonalización es una entidad relativamente frecuente en psiquiatría pero infradiagnosticada y poco estudiada y aún más en las etapas de la infancia y adolescencia como recogemos en nuestro caso. Al coincidir el inicio de ambos trastornos, en un primer momento se consideró que los síntomas de despersonalización es una entidad que con frecuencia suele ser resistente al tratamiento. Pero por otra parte se ha descrito que ciertos tratamientos psicofarmacológicos, como es el caso de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS – antidepresivos), pueden ser efectivos en aquellos pacientes con síntomas de despersonalización para la erradicación o atenuación de los mismos. Aunque también otros autores han descrito casos en los que este tratamiento incluso empeoró los síntomas.
Además, para muchos pacientes, una psicoterapia adecuada conduce a una mejor evolución de los síntomas En nuestro caso, junto al tratamiento farmacológico, se optó por la psicoterapia de apoyo, ya descrita por otros autores como una psicoterapia eficaz en este trastorno.
Las crisis de despersonalización mejoraron de manera muy significativa desde el inicio del tratamiento. Junto al tratamiento farmacológico (sertralina, 50 mgrs/día), otros elementos contribuyeron de manera significativa a su mejoría. El alivio inicial que supuso para el chico comentar de manera abierta sus síntomas tranquilizándole respecto a su miedo a “estar volviéndose loco” y la progresiva tranquilidad que supuso comprobar la desaparición de los episodios, contribuyeron de manera significativa, en nuestra opinión, a la mejoría.
Para algunos autores, los síntomas de despersonalización surgen como defensa ante situaciones estresantes que, en el caso de nuestro paciente, podrían haber sido sus dificultades en sus relaciones personales. Por ello, el tratamiento de psicoterapia se diseñó con los objetivos de trabajar con el chico sus rasgos de personalidad y habilidades sociales intentando aportarle (entre otros objetivos) estrategias de afrontamiento ante futuros factores estresantes actuando así como factor “protector” ante la posible aparición de nuevas crisis de despersonalización.
La exploración psicopatológica sigue siendo la principal herramienta diagnóstica de la psiquiatría y, como reza un viejo aforismo médico, se diagnostica lo que se busca pero sólo buscamos aquello que conocemos.
Una sólida formación en psicopatología debe ser un requisito indispensable en la formación del psiquiatra como base de una mejor y mayor capacidad diagnóstica y, por ende, de una mayor eficacia terapéutica.
Y hasta aquí este caso clínico comunidad.
Nótese que el artículo es del 2015 y por eso se citan los criterios diagnósticos del trastorno de despersonalización-desrealización del DSM-V (2013), ya que su versión “Texto Revisado” (DSM-V-TR), es del 2022, es decir, aún no había sido publicada.
Espero que os haya gustado y os brinde un poco más de entendimiento de este trastorno que, como hemos visto, también puede suceder en la infancia